- Reflexión
- 18 de octubre de 2022
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No eres el dueño
Robert Ouimet, doctor en Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad de Friburgo, recibió guía espiritual de la Madre Teresa de Calcuta y le planteó la pregunta que le daba vueltas: qué podía hacer con la fortuna y negocios heredados de su padre. ¿Debía regalar todo su dinero?
La religiosa le dijo que no podía regalar nada porque nada le pertenecía, sino que era un préstamo. Debía pensar en las personas que dependen de esa riqueza: su esposa, hijos, su
familia y los empleados de los negocios heredados.
Lo que Ouimet recibió de su padre no fue estrictamente riqueza, sino la tarea de gestionarla para continuar el crecimiento de lo que su antecesor había construido. Así se garantiza que se sigue beneficiando a las personas involucradas, así como al entorno en donde se desarrolla.
Esto implica comprender que estar al frente de cualquier organización no significa convertirse en dueños del patrimonio, sino que se está cuidando para la siguiente generación.
Al crear una empresa familiar, quienes lo hacen deben acordar y establecer los valores que regirán el proyecto. Son ellos los que permiten marcar estrategias y tomar decisiones sin alejarse de las prioridades relacionadas con la forma en que se administrará el patrimonio.
Por supuesto, la empresa familiar tiene el propósito de darle sustento a sus integrantes, pero también deben considerar aspectos como el tipo de problemas que sus productos van a resolver, cómo aportarán valor al mercado, si desean que el negocio se identifique con otras iniciativas
de impacto social, por ejemplo.
Así, la familia, siguiendo valores bien definidos, tomará mejores decisiones sobre el tipo de inversiones a realizar, las innovaciones a adoptar y, sobre todo, cómo mantener (y aumentar) el legado financiero, porque lo más importante es que cualquier cantidad de riqueza deberá pasarse
a las siguientes generaciones. No se tomará por sentado lo que la generación anterior ya logró, como si se tratara de una cama de laureles en la que los nuevos podrán descansar.
La idea es que los sucesores y sucesoras usen las ventajas que caen en sus manos para abrir nuevas oportunidades de crecimiento, tomando un impulso más poderoso gracias a los logros pasados.
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